viernes, 26 de septiembre de 2008

Grupo 8: "De la resocialización a la neutralización e incapacitación"

Neoliberalismo y encarcelamiento masivo en el siglo XXI
"De la resocialización a la neutralización e incapacitación"

Alcira Daroqui

Fuente Web: http://www.uba.ar/encrucijadas/43/sumario/enc43-resocializacion.php



Análisis critico de grupo 8:




Dentro del marco de las agencias resocializadoras la cárcel resulta ser el caso más emblemático, constantemente cuestionada por su rol dentro de la sociedad, resulta ser una institución que comúnmente se la dota de atribuciones ejemplarizadoras para quienes han sido objetados de mantener conductas denominadas “criminales” o más bien disfuncionales a un determinado orden. Más aún en los últimos años se ha concebido “discursivamente” a la cárcel como un lugar de “rehabilitación social” en donde se podrían adquirir las herramientas necesarias para lograr ser reinsertados dentro de un tipo de sociedad “oficial” caracterizada por una cultura también oficial. No obstante cabe preguntarse el rol que esta teniendo esta institución en los últimos años, ¿se lleva a cabo en realidad el llamado proceso de resocialización en estos recintos? ¿Ayuda en realidad a la reintegración disminuyendo la llamada exclusión social? El artículo examinado da ciertas luces al respecto, pero aún más importante sería necesario cuestionarnos (y conforme a la definición del propio concepto de socialización difundido en las academias entendido como “el acto de inculcar los elementos fundamentales de la cultura en una sociedad”) acerca de la pertinencia del mismísimo ejercicio que conlleva el acto de resocializar.
Las constantes discusiones que se han dado al respecto centran su atención en criticar la mediocre función que esta cumpliendo el sistema penitenciario en la actualidad, reiteradamente se nos informa que las cárceles no dan a basto con la creciente población penal, que las condiciones en las cuales se encuentran los “recluidos” son miserables, que la reinserción es simplemente una fantasía, que los centros penitenciarios no sirven para otra cosa que para adquirir nuevos conocimientos criminales, que a la larga los “reclusos” terminan perteneciendo de todas formas al grupo de los excluidos, que en definitiva no pertenecen a la sociedad.
Considerando este conocimiento ya casi del sentido común y comprendiendo que por lo general este último ha perdido sentido cuando se dota del adjetivo “común”, resulta a lo menos necesario ir algo más allá en el análisis del tema en cuestión. Nuestro artículo seleccionado nos muestra como una institución cuyo carácter se había concebido con fines “ejemplarizadores” ha ido derivando a la construcción de una verdadera “industria penitenciaria” en donde los criterios de mercado han ido dominando las relaciones concernientes a la reclusión, de este modo resulta mucho más clarificador el entender la múltiples “deficiencias” que se dan al interior de los recintos penitenciarios, deficiencias que ya no son disfuncionales al propio neoliberalismo reinante en Latinoamérica y en el mundo, sino que se acomodan perfectamente al negocio que significa mantener una creciente masa de individuos-clientes de esta industria. La penitenciaria concebida como un espacio de “vertedero humano” en donde la vida se desperdicia, actualmente no incomoda mayormente a las autoridades y empresarios quienes ven en esto un lucrativo negocio imposible de desaprovechar, nace de este modo el doble cliente; cliente-social en tanto consume política social de sobrevivencia y los residuos económicos y sociales que el mercado le asigna, y, también, cliente-enemigo del sistema penal, en tanto “consumidor final” de la industria de la seguridad. Un claro ejemplo de lo anterior son el, aumento desproporcionado de este tipo de “clientes” durante las ultimas décadas, también la venta de cárceles por parte del Estado a empresas privadas apuntan en esta misma dirección.
Sin embargo el conflicto de la resocialización en las instituciones penitenciarias tiene otra faceta, la cual se encuentra más relacionada con cuestiones culturales. Si sólo nos remitimos a entender la socialización asociada a una cultura “oficial” o “no fundamentales”, la derivada que conformara la llamada resocialización no puede dejar de tener las mismas implicancias, la pregunta entonces sería ¿son los elementos culturales “no fundamentales” de una sociedad determinada, agentes que podrían considerarse dentro de los procesos de socialización, concebidos como forma constituyente de una misma cultura contradictoria? . La política del llamado a “inclusión” por tanto, mediante la resocialización es errática en el sentido que limita los procesos socializadores a pautas impuestas, pero no compartidas por todo el conjunto social, buscar por tanto la inclusión en este sentido significa intentar avalar la hegemonía de un tipo de orden social que tiene como fundamento el individualismo que privilegiará inevitablemente el bienestar de unos pocos frente a la miseria de la mayoría, junto con la aparición constante de “desadaptados” que no comparten una cultura oficial. Por otro lado y en un sentido más práctico las ansias de hegemonía han ido forzando hacia la obsolescencia prácticas sociales que si podrían ser consideradas como “normales” en una sociedad particular distinta a la occidental neoliberal, desgarrando con ello la diversidad cultural y arrastrando hacia lo ilegal, lo marginal, o hacia la exclusión cualquier tipo de conducta que no se ajuste a los patrones de conducta “socialmente esperables”. La resocialización así requiere ser profundamente reformulada lo cual debiera hacernos concebir el propio proceso de socialización de manera distinta y amplia.

2 comentarios:

  1. A nuestro parecer, el texto toca un tema al que siempre se le hace el quite por su complejidad. Creemos que los procesos que estamos viviendo a partir de la imposición del neoliberalismo respecto a los aparatos coercitivos del Estado se han ido agudizando en tanto como fuerzas excluyentes y selectivas de la sociedad. La violencia estructural es lo que impide la reintegración. Los muros de la cárcel representan una violenta barrera que separa la sociedad de una parte de sus propios problemas y conflictos. Reintegración social, por ejemplo de los presos, significa más que transformación de su mundo separado, una transformación de la sociedad que reasuma aquella parte de sus problemas y conflictos que se encuentran segregados en la cárcel. Es notorio al ver la composición demográfica de la población carcelaria de que la marginación penitenciaria es, para la mayor parte de los detenidos, un proceso secundario de marginación que interviene después de un proceso primario. Esto debido a que la mayor parte de los detenidos provienen de los grupos sociales ya marginados, excluidos de la sociedad activa en gran medida por obra de los mecanismos del mercado de trabajo y la desigualdad de oportunidades. Una reintegración social del reo significaría entonces corregir las condiciones de exclusión de la sociedad, para que la vida postpenitenciaria no signifique simplemente, como casi siempre sucede, el regreso de la marginación secundaria a la primaria del propio grupo social de pertenencia y desde allí una vez más a la cárcel, un círculo viciosos del crimen. Naturalmente no es ninguna novedad que la irrupción del neoliberalismo trajo consigo un sin fin de problemáticas sociales que el sistema económico deja a la deriva. Seria bueno partir diciendo que el neoliberalismo es incompatible con la democracia, lo que significa una reducción drástica de la participación ciudadana y configura todo un escenario donde se hace muy difícil un posible reposicionamiento de la sociedad civil. En el ámbito económico mas duro produjo toda una amplia brecha de diferencias al acceso al consumo, salarios, distribución de la renta, etc. Los grandes problemas estructurales como la pobreza, el desempleo y el medioambiente son desconsiderados por el sistema económico, el juicio posicional de Milton Friedman en relación a que el mercado se regula solo no es otra cosa que la vil mentira que justifica su omnipotencia en el imaginario social del capitalismo. Al estado por otro lado no le queda otra alternativa que preocuparse o más bien hacerse cargo de las fisuras del sistema, aun así el estado moderno sin lugar a dudas sobre todo en el contexto nacional, ha tenido una política coherente de represión por parte de sus instituciones. Es cosa de ver en Chile la gran cantidad de cámaras de vigilancia, todo lo que invierte el gobierno en seguridad ciudadana, son síntomas del fuerte grado de coerción que están ejerciendo las instituciones estatales con fines de facto. Tal como lo dice la autora del artículo es casi imposible pensar en una resocializacion, en una segunda oportunidad con todos los mecanismos de represión que se ejercen, se le niegan los derechos, no les dan oportunidades laborales, entra a jugar el concepto de estigma de Goffman, estos sujetos tienen internalizados en sus cuerpos los signos de una condena. ¿Como reintegrar a estos individuos a la sociedad, en condiciones de exclusión, de serios problemas estructurales y de exclusión social? Las cárceles muchas veces ofrecen programas laborales pero de mano de obra poco calificada, además ni siquiera le sirve como auto sustento ya que muchas veces no pueden quedarse con las ganancias de sus trabajos. En el fondo estamos en presencia de un temor masivo que invade a las ciudades, por eso el estado invierte en seguridad, para ellos es mejor tener a los pobres en la cárcel, El encierro es un buen modo de tratamiento político- social de la pobreza. Principalmente de los pobres malos, inhabilitados para la vida en sociedad, y a los que se intenta –difícilmente- tratar/curar con políticas sociales que aseguren el orden público y preserven el equilibrio económico de la sociedad. (Maria Emilia Tijoux, clausura de pobres y seguridad ciudadana). En conclusión el estigma mas marcado refiere a Los lugares miserables de las prisiones del mundo recogen, a miles de pobres que esperan ser condenados o que purgan sus penas. Este modo de administración de la pobreza, explica como a pesar de sus ilegalismos, la cárcel permanece en el tiempo, circunscribiendo la delincuencia en los pobres, y sobre todo encarnando en ellos, toda la delincuencia.

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